La magia del deseo by Noelia Amarillo

La magia del deseo by Noelia Amarillo

autor:Noelia Amarillo [Amarillo, Noelia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T05:00:00+00:00


El poderoso sortilegio del valor

23 de julio de 2010

TRAS pasar toda la mañana mirándolo, Tuomas encendió el portátil por fin. Entró en el administrador de correos y ahí, en la carpeta que había creado exclusivamente para Silvia, estaba el correo electrónico que ella había prometido mandarle. Lo abrió. Solo había una larga dirección de Internet. No pinchó en ella. ¿Para qué? Sabía perfectamente a dónde le llevaría. Al mismo lugar que todos los enlaces que le había mandado hasta la fecha: a las fotos que colgaba en la web de pajilleros. Borró el correo. Como había hecho con todos los anteriores. No había vuelto a entrar en esa página desde la primera y única vez. Ni lo haría nunca más. No porque le diera vergüenza, que no le daba. Simplemente le era indiferente lo que ella hiciera con sus fotos.

Mentira.

No le era indiferente.

Le atormentaba pensar que solo le admitía en su vida porque esas fotos la ayudaban a llegar a fin de mes. Pero aún le dolía más recordar la angustia que empañaba los ojos de Silvia cuando le había dicho esa frase. Era el recuerdo de esa mirada lo que le había mantenido encerrado en su dormitorio toda la mañana.

Le daba miedo enfrentarse de nuevo a ella. Volver a ver sus pestañas brillantes por las lágrimas no derramadas.

No solo era un traidor egoísta y prepotente, también era un maldito cobarde.

Cerró con brusquedad el portátil y saltó de la cama. Se vistió apresuradamente con unos Dsquared2 que no se molestó en abrochar y una camiseta Alexander McQueen y salió de su dormitorio. Descalzo. Sin ropa interior. Sin afeitarse. Y, por supuesto, sin peinarse más que con los dedos. No tenía tiempo que perder.

Eran casi las tres de la tarde.

Silvia estaría a punto de marcharse con sus abuelos, si es que no lo había hecho ya.

Y él no la había visto en toda la mañana.

Kretyn!

—Pasad un buen viernes —murmuró Karol, inspirando profundamente cuando nieta y abuela se acercaron para despedirse. Ya sabía a quién le recordaba el olor que Tuomas llevaba impregnado en la piel durante la escenita del garaje.

—¿Debo sentir celos de Silvia? —inquirió Laura cuando las dos mujeres abandonaron el salón.

Karol arqueó una ceja, confundido.

Y Silvia hubo de hacer un esfuerzo por mantener su frente fruncida y sus labios apretados. Su rey ponía una cara tan mona cuando no sabía qué decir. Una mezcla entre el hastío de «¿Y ahora qué piensa que he hecho, pero no he hecho?» y el terror de «¡Que alguien me dé una pista antes de que mi reina se cabree!».

—La estabas olisqueando, jefe —le indicó Zuper antes de dar un trago al café.

—Ah, eso. —Karol suspiró aliviado—. Ya sé con quién estuvo Tuom ayer por la tarde —comentó conspirador.

Le había contado el derrumbe de su amigo en el garaje a Laura, y también a Zuper, no porque este tuviera mucho interés en Tuom, sino porque era un hombre de recursos y siempre podía contar con él para que se le ocurrieran buenas y extravagantes ideas.



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